¿cuándo somos el patito feo?
- lachicadeltejado

- 29 mar 2019
- 3 Min. de lectura

Clarissa Pinkola Estés, hace una narración muy objetiva y clarificadora de éste clásico cuento. Hay muchas versiones, pero todas tienen los mismos puntos de referencia: Un “patito” extremadamente “feo”, que es rechazado por su condición incluso por su propia madre. Se le trata como piltrafa o como ser inferior. Nadie –ni él mismo-, conoce el origen de esa fealdad, hecho que él hubiera ignorado sino fuera por su ambiente circundante. En un punto del cuento es obligado al ostracismo definitivo de la granja. Su propia madre desea que se vaya de su lado, así que el “patito feo” decide – no voluntaria claro está- alejarse de ese lugar. Es ahí donde empieza la verdadera travesía de nuestro personaje… el verdadero exilio.
Al modo infantil nos enseñaron la moraleja de este sencillo cuento con frases vacías como “la belleza no importa”, “si eres feo de pequeño, serás hermoso de grande- como los burritos tal vez” o “si lo hubieran apreciado más, hubieran notado que los cisnes son feos de pequeños”.
Pero el simbolismo de éste cuento va más allá. No se dirige hacia nosotros para hablar de una belleza física, tal vez ni siquiera de una belleza interna. ¿ No te has preguntado qué tal vez se refiera y vaya directo a nuestra primera naturaleza?, ¿ y qué hay del tema del destierro, que muchos debemos tomar para el reencuentro de esa naturaleza que yace en nosotros y que ha sido negada desde nuestro primer aliento?.
Clarissa Pinkola Estés menciona lo siguiente: “El problema del exiliado es muy antiguo. Muchos cuentos de hadas y mitos se centran en el tema del proscrito. En tales relatos, la figura se siente torturada por unos acontecimientos que la rebasan con frecuencia de un doloroso descuido. En la “bella durmiente”, la decimotercera hada es olvidada y no se le invita la bautizo, lo cual da lugar a que la niña sea objeto de una maldición que exilia a todo el mundo de una u otra forma. A veces el exilio se produce por pura maldad, como cuando la madrastra envía a la hijastra a la oscuridad del bosque en ‘Vasalisa la Sabia’”.
Así que haciendo la pregunta inicial “¿Cuándo somos el “patito feo”?. Cuando estamos ante situaciones adversas a nuestra propia esencia. Cuando permanecemos en relaciones laborales, sociales, amorosas; incluso familiares que no permiten nuestro sano desarrollo. Cuando nuestro ser interno da gritos desesperados de la partida, e ignorando ese grito preferimos ocultarnos debajo de las sábanas de la comodidad. Cuando en secreto nos decimos a nosotros mismos que no somos lo suficiente para ser amados. Cuando lloramos a escondidas en la oscuridad, cuando recordamos aquellos sueños de infancia porque nos hemos convertido en una ilusión de nuestro ego. Cuando caminamos, hablamos, cocinamos, trabajamos siempre dormidos. Cuando en nuestra mirada no hay nada. Cuando desconocemos que “el pertenecer” no es hacia un algo o hacia un alguien, sino que siempre hemos pertenecido a “un todo”.
Y entra el destierro, ya sea por decisión (siempre dolorosa), o por obligación (en la actualidad cuando somos abandonados, ignorados o en el tipo “siempre espera”). En el destierro nos enfrentamos al dolor de nuestra vida pasada, de nuestras decisiones. Tocamos la realidad de todas las mentiras circundantes. Que al igual que nuestro personaje principal nos encontramos en una tierra lejana, desconocida; donde necesitamos permanecer en pie, caminando y tomando breves descansos.
En aquellas áridas tierras nos preguntamos sobre nuestra “fealdad”, y descubrimos que esa fatídica fealdad que nos acompaña es simplemente el miedo a lo desconocido, a lo oculto, la perfección dentro de la imperfección, el caos necesario antes del orden. Las pruebas iniciáticas que nos imponemos para nuestro avance espiritual. Aquella fealdad impone la capacidad de solución que tenemos ante los problemas.
Y cuando en el cuento se convierte en un hermoso cisne, ignorando su nueva condición hasta que ve su reflejo en el lago, otros cisnes se acercan para reconocerlo, su verdadero clan. El ex patito feo espera la muerte de aquellos que se acercan; pero lo reconocen como uno de ellos. Y esos hermosos cisnes son las personas que a hurtadillas nos han acompañado, que han esperado nuestro regreso. Aquellos que han amado nuestra “fealdad” aún cuando nosotros la llegamos a odiar.
Este sencillo pero poderoso cuento nos muestra las pautas para redescubrir nuestra naturaleza. Para saber que nuestra esencia, nuestro principio, que nuestro origen siempre ha estado ahí, esperando nuestro reflejo en aquel lago.
Y junto a nuestros hermosos cisnes retomamos el vuelo…
Dedicado a mi madre, padre y hermanos que escondidos entre los árboles esperaron mi regreso…



Comentarios